Es vital que identifiquemos lo que Verne Harnish nos comenta en su gran libro de Scaling Up, en donde menciona que las 3 disciplinas o rutinas fundamentales que requiere las empresas para la correcta ejecución de cualquier objetivo de negocio o proyectos estratégicos lo conforman 3 elementos:
- Saber Priorizar – Determinar cuáles son las prioridades.
- Saber Medir – Reunir los datos cuantitativos y cualitativos.
- Saber Comunicar – Establecer un ritmo eficaz para las reuniones. En las reuniones es donde se discuten los datos reunidos o KPI´s. (¡la cruda realidad!), para que de aquí emerjan las prioridades.
De esto, resulta muy interesante el que te hagas una pregunta al tener iniciativas empresariales: ¿Qué harías en tu vida y de tu negocio si supieras que no vas a fracasar?, resulta de vital importancia el hacer las cosas con tal pasión y seguridad, que te creas tanto lo que estás haciendo, que a pesar de lo que te digan, sabes que tienes un objetivo tan claro y te encuentras camino a lograrlo.
Es importante también separar la palabra utilizada “Planeación estratégica” ya que en la opinión de especialistas habría que separar las palabras de la siguiente forma: Pensamiento estratégico, que refiere: ¿a dónde vas a llegar?, ¿Qué impacto vas a causar?, ¿Qué quieres cambiar? y ¿Cómo se verá el mundo después de que logres tus objetivos? Lo cual es muy diferente a la Planeación de la ejecución, en donde refiere exclusivamente a ¿cómo lo voy a hacer? Y aquí es donde hay que empezar a saber priorizar, medir y comunicar este objetivo.
Proyectos estratégicos que benefician a la empresa
Para saber priorizar las iniciativas en tu organización primero debes tener claro en donde quieres estar en 10 y 25 años, la estrella norte de tu empresa. El objetivo que nos guía para no perdernos en el camino, el BHAG por sus siglas en inglés, (La gran meta descabellada y audaz que tienes). Teniendo esto claro, será más sencillo priorizar las iniciativas que construyan un puente para llegar al lugar deseado.
Es importante considerar que los proyectos estratégicos que se tengan en la organización deben estar equilibrados y tener una buena gestión, y a que me refiero con esto: si uno de los proyectos estratégicos de la empresa es vender más (que lo ves en el Estado de Resultados), habría que analizar a qué le puede pegar dicha medida del otro lado, ¿a la calidad?, ¿a la satisfacción del cliente?, mediarla con una iniciativa empresarial que equilibre el que no se incline la balanza a la venta descuidando otros medidores de desempeño. De esta forma se busca que el equilibrio para el crecimiento sostenido del negocio sea sólido.
Otro ejemplo es si buscas mejorar el margen de utilidad en tu empresa, habría que equilibrarlo con el índice de satisfacción de los colaboradores. Este tipo de iniciativas, aseguran que los esfuerzos y recursos destinados a este tipo de iniciativas estén alineados y que el proceso de priorización sea efectivo y cumpla el objetivo no solo económico, sino que también cumpla con la cultura que se tenga en la organización.
¿Cómo establecer prioridades?
Una pregunta clave que siempre nos hacemos es: ¿cómo priorizar una iniciativa a otra, cuando todo es importante para el negocio?, como mencionamos anteriormente el tener un ritmo de juntas en las empresas es vital, ya que ese ritmo es como “el latido del corazón” de la compañía viendo datos y KPI´s, nos guiará de una forma maravillosa para determinar ¿cuáles son las prioridades que debemos establecer?
Ahora bien, para identificar las iniciativas que son prioridades u objetivos en las empresas, ya sea para un proceso o para los productos y servicios que vende, todos queremos que nos den la respuesta correcta, pero lo que hay que pensar o preguntarnos es: ¿realmente nos estamos formulando la pregunta correcta?
A mí, la pregunta que me ha hecho pensar diferente para determinar una iniciativa estratégica o un proyecto estratégico que más me ha gustado en todo lo que he visto o leído es la que nos regala Gary Keller y Jay Papasan en su libro “Solo una cosa” y esta es la que denomina como, “la pregunta esencial”, la cual es muy simple, pero no por eso se debe desestimar su poder: ¿Qué es LO ÚNICO que puedo hacer gracias a lo cual todo lo demás me resulte más fácil o innecesario?
Esta pregunta no sólo puede llevarte a responder a la visión de conjunto (¿Adónde voy? ¿Qué meta debería marcarme?), sino también a objetivos puntuales más pequeños (¿Qué he de hacer ahora mismo para ponerme en el buen camino a fin de entender la visión de conjunto? ¿Dónde está el centro de la diana?). No sólo te dice cuál debería ser tu canasta, sino que se supone debe ser el primer paso para conseguirla. Es tanto un mapa de la visión general como una brújula para guiarte en tu siguiente acción puntual.
Es vital para resolver estas incógnitas y ser más eficientes en la gestión de nuestro tiempo, y así obtener resultados extraordinarios y experimentar esa grandeza el programar tu tiempo en este orden:
- Prográmate tiempo libre (vacaciones, etc.)
- Prográmate tiempo para “LO ÚNICO” y debe ser lo primero del día.
- Prográmate tiempo para planificar (Revisiones mensuales, trimestrales y anuales).
Ahora bien, para que esta gestión sea óptima, debes proteger a toda costa el tiempo que ya has programado. Programar el tiempo no es difícil, es ser perseverante, tener pequeñas victorias para que se haga una cadena y cada vez te cueste menos. El impulso y la motivación empezarán a tomar las riendas. Lo complicado de proteger el tiempo que te programaste es entender que el mundo no sabe cuáles son tus propósitos o prioridades y no es responsable de ellos: tú si lo eres.
Recuerda que la gente que logra resultados extraordinarios no lo hace por trabajar más horas. Lo logra haciendo más durante las horas que trabaja. Programarse el tiempo es una cosa, programarlo de forma productiva es otra. Recuerda que las bases son: Saber priorizar, saber medir y saber comunicar, y este es un círculo virtuoso que el ritmo de las juntas nos llevará a lograr los objetivos que te propongas para tu empresa.